En un principio, la investigación, seguía una línea de suposición en la que observábamos que los sujetos viven el rock en una búsqueda constante de reconciliar su sensibilidad con su razón bajo un plano alternativo; las causas mismas del origen musical del rock se expresan ante la sensibilidad de una represión y marcas de rezago ante un color de piel.
El rock nace cómo una expresión de vanguardia que, tras medio siglo de historia, ha generado un sinnúmero de valores, tradiciones, y prácticas culturales y con ello ha configurado un abanico de identidades socioculturales. Su desarrollo social se manifiesta por la participación de sectores variados que se identifican con un estilo de vida, con una forma de actuar y de comprender el mundo.
Digamos que encontrábamos al rock dentro de los parámetros que considerábamos cercanos a la revolución, a la crítica social, al inconformismo, a la protesta… en el rock todo se puede expresar, desde lo más simple hasta las denuncias sociales, políticas y culturales más complejas e impactantes. La música tenía la capacidad de crear grupos sociales definidos en torno a una ideología concreta trasmitida a través del medio musical.
Así, en cuanto a nuestro primer objetivo, en el que nos marcábamos explorar entre la historia de la música rock en cuanto a expresión social y su relación con los fenómenos político-sociales, partiendo de la idea anterior de rock como instrumento de lucha y protesta, hemos desembocado en una transformación de esta noción, que percibiría al rock en la época actual como un producto institucionalizado, que crea distinciones sociales pero que ha perdido fuerza en su faceta revolucionaria. Un producto comercializado.
Todo ello nos lleva a determinar que dentro de la sociedad actual, la música y el rock, en concreto, presenta un modelo que responde a la existencia de una metamorfosis constante de los gustos, impulsada por la sociedad de consumo y fomentada desde los medios de comunicación. A pesar de esto, podemos seguir afirmando el papel del rock como instrumento para la distinción social. Podemos decir que la música creada en la actualidad no posee una conciencia unitaria, quizá esa conciencia inconformista y rebelde que presentaba el rock en sus orígenes, sino una multiplicidad (de estilos, mensajes, etc.) de conciencias estéticas fragmentadas.
La “estética”, como Marcuse la define, es aquella que busca preservar la abundancia de la sensualidad; se instala ante el orden de la razón, busca la libertad, el cambio de un orden represivo. El rock lo hace, busca cambiar el orden de la razón de una realidad que domina hegemonías, busca alternativas de vida, de actitud y se sensibiliza ante las diferencias.
Así, como sabemos que el consumismo es un fenómeno que obtiene su poder en gran medida debido al esfuerzo de los individuos para diferenciarse entre sí, por ello mismo, la rebelión es un excelente camino para lograr esa distinción. La mayoría de los productos comerciales depende de la exclusividad de su valor, sobre todo los productos que dicen rechazar lo tradicional y esto crea competencia entre los individuos cuando todos empiecen a seguir la misma tendencia que es percibida como “diferente”. Gracias a esto, el elemento excepcional que pertenece a la contracultura, se va transformando en un elemento principal y lentamente se incorpora a la cultura tradicional, a la vez que forma parte de la sociedad consumista sin ningún tapujo.
Debido a este fenómeno causado por el consumismo, no es de extrañar entonces, que la imagen de “rebeldía” o de “falta de conformidad” que viene de la génesis del rock, puede ser hoy en nuestro tiempo una mera publicidad para la venta de muchos productos, especialmente los que empiezan a proclamarse como “alternativos”. Lejos de ser subversivos, el consumismo de la contracultura puede fomentar la compra de dichos productos contraculturales y esto no hace más que incorporar a tales productos en el sistema. Esta tendencia es muy fácil de observar en la música, por ejemplo, donde un movimiento contracultural de los Estados Unidos que dio origen al rap o al hip hop, se ha transformado en un producto masivo incorporado plenamente al sistema de consumismo capitalista. Y esto puede ser que se haya extrapolado al fenómeno del rock, donde simplemente los que pretenden ir de independientes simplemente escogen “otros pastores”, “otros rebaños” menos populosos. Suele pasar que, huyendo de algo, uno cae precisamente en ese algo. Nietzsche lo dijo así, más o menos: “Aquel que lucha con monstruos, cuídese de no llegar a ser monstruo a su vez”.
Así, tanto la música rock que hemos venido estudiando en nuestro blog como el cine, la moda, las prácticas religiosas, la publicidad, la comida, etc..., todo es terreno fértil para la rebeldía. De este modo, libros que critican el consumismo se convierten en éxitos de ventas, como es el caso de “No Logo” escrito por Naomi Klein, o documentales estilo Michael Moore. Así mismo, las ropas y las costumbres (como el uso de tatuajes o de jerga), que antes pertenecían sólo a una contracultura marginal, se han transformado lentamente en una moda y han quedado integradas plenamente en el modelo de consumo capitalista. Esto nos demuestra que el capitalismo parece tener una capacidad inagotable para absorber cualquier crítica contracultural. Por todo esto, dejamos la posibilidad de estudiar este tema más a fondo en el que se considere la contracultura un error y una manifestación un tanto inútil o al servicio del sistema, el mismo al que se crítica.
En cuanto al segundo objetivo, fue complicado abarcar esa línea en la investigación a lo largo del proyecto ya que nos exigía analizar la repercusión social a nivel global de la música rock en diferentes contextos culturales, y carecíamos de los medios para abarcar tal desafío. Necesitaríamos estudiar más profundamente y con más elementos para poder seguir nuestro estudio en este sentido. No estaría de más añadir el interés que suscitaría investigar en qué medida repercute el rock cómo fenómeno social en distintas culturas, de qué manera ha evolucionado en ellas y comparar las distintas conclusiones a las que se ha llegado acerca de la noción del fenómeno rock, si los mass media y el sistema consumista actual han afectado de la misma manera al concepto reivindicativo o social de música, o de rock.
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